miércoles, 9 de enero de 2008

Francisco de Quevedo


El Siglo de oro Español nos trae a Francisco De Quevedo, a mi parecer el mejor de los poetas de la Iberia.








A UNA NARIZ

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado

Érase un espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egipto;
las doce tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.


¡AH DE LA VIDA ...¿NADIE ME RESPONDE?

¡Ah de la vida!" ... ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.

¡Que sin poder saber cómo ni adónde,
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto;
soy un fue, y un será y un es cansado.

En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.


AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE...

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán cenizas, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.


CALVO QUE NO QUIERE ENCABELLARSE


Pelo fue aquí, en donde calavero;
calva no sólo limpia, sino hidalga;
háseme vuelto la cabeza nalga:
antes greguescos pide que sombrero.

Si, cual Calvino soy, fuera Lutero, 5
contra el fuego no hay cosa que me valga;
ni vejiga o melón que tanto salga
el mes de agosto puesta al resistero.

Quiérenme convertir a cabelleras
los que en Madrid se rascan pelo ajeno, 10
repelando las otras calaveras.

Guedeja réquiem siempre la condeno;
gasten caparazones sus molleras:
mi comezón resbale en calvatrueno.


DE CIERTA DAMA QUE A UN BALCÓN ESTABA...

De cierta dama que a un balcón estaba
pudo la media y zapatillo estrecho
poner el lacio espárrago a provecho
de un tosco labrador que la acechaba.

Y ella, cuando advirtió que la miraba,
la causa preguntó del tal acecho;
el labrador la descubrió su pecho,
diciendo lo que vía y contemplaba.

Mas ella, con alzar el sobrecejo,
le dijo con melindre: -«Aquesto, hermano,
no es más de ver y desear la fruta».

El labrador, sacando el aparejo,
le respondió, tomándolo en la mano:
-«¡Pues ver y desear, señora puta!».


A UNA ADÚLTERA

Sólo en ti, Lesbia, vemos que ha perdido
el adulterio la vergüenza al cielo,
pues que tan claramente y tan sin velo
has los hidalgos huesos ofendido.

Por Dios, por ti, por mí, por tu marido,
que no sepa tu infamia todo el suelo:
cierra la puerta, vive con recelo,
que el pecado nació para escondido.

No digo yo que dejes tus amigos,
mas digo que no es bien que sean notados
de los pocos que son tus enemigos.

Mira que tus vecinos afrentados,
dicen que te deleitan los testigos
de tus pecados más que tus pecados.


DEFINICIÓN DE AMOR

¿Rogarla? ¿Desdeñarme? ¿Amarla
¿Seguirla? ¿Defenderse? ¿Asirla? ¿Airarse?
¿Querer y no querer? ¿Dejar tocarse
ya persuasiones mil mostrarse firme?

¿Tenerla bien? ¿Probar a desasirse?
¿Luchar entre sus brazos y enojarse?
¿Besarla a su pesar y ella agraviarse?
¿Probar, y no poder, a despedirme?

¿Decirme agravios? ¿Reprenderme el gusto?
¿Y en fin, a beaterías de mi prisa,
dejar el ceño? ¿No mostrar disgusto?

¿Consentir que la aparte la camisa?
¿Hallarlo limpio y encajarlo justo?
Esto es amor y lo demás es risa.

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